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Mostrando entradas de febrero 27, 2009

Airton Das Neves - Pintor Brasileño

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The Suburbs The small village The mountain path The circus has arrived Selling the fish Postal card Forro dance at the foot of the mountain Crossing the bridge Country life on the sea coast

Agostinho Batista de Freitas - Pintor de Brasil

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Twenty third of May Avenue The Train The Mountains of Piracaia Sao Paulo cityscape Santa Rosa train station Road from Sao Paulo Highway through the mountains

Héctor Borda Leaño - Biografía - Poemas

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Nació en Oruro en 1927 y desde muy joven se vinculó con el proletariado minero de Bolivia y con la actividad política, lo cual lo llevó al exilio en varias ocasiones; a la Argentina en 1954 y a Brasil en 1957. Fue Diputado Nacional del Partido Socialista junto a Marcelo Quiroga Santa Cruz entre 1966-1970, y Senador entre 1982-1985. Vivió exiliado en Suecia durante veinte largos años. Su libro de poemas  La Ch’alla  mereció en 1967 el Primer Premio de Poesía Franz Tamayo y en 1970 su poemario  Con rabiosa alegría  obtuvo el mismo galardón. Ha publicado cuatro libros de poesía:  El sapo y la serpiente   (1965),  En esta oscura tierra  (1972),  Con rabiosa alegría  (1975) y la antología  Poemas desbandados  (1997). POEMAS MINEROS UNO Caminas todavía entre sílice y cal, entre martillos con lacerado pulmón que te acompaña en la tos terminal de tu apellido. ¿Subes acaso, desgastando sueños que en cachorro de ruido y polvareda encoraginan puños y adjetivos? Atento ante la muerte, drá

Nataniel Aguirre - Biografia - Juan de la Rosa

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Nataniel Aguirre Nació en Cochabamba el 10 de Octubre de 1843. Una de las figuras cumbres de la literatura boliviana, abogado, diplomático, político y destacado escritor de novelas históricas.  Entre sus obras estan JUAN DE LA ROSA - BIOGRAFIA DE SIMÓN BOLIVAR - LA GUERRA DEL PACIFICO - REPRESALIA DE UN HEROE - VISIONARIOS Y MARTIRES. Falleció en Montevideo, Uruguay el 11 de Septiembre de 1888. JUAN DE LA ROSA Capítulo I Primeros recuerdos de mi infancia  Rosita, la Linda Encajera, cuya memoria conservan todavía1 algunos ancianos de la villa de Oropesa,2 que admiraron su peregrina hermosura, la bondad de su carácter y las primorosas labores de sus manos, fue el ángel tutelar de mi dichosa infancia. Su cariño, su ternura y solicitud maternales eran sin límites para conmigo, y yo le daba siempre con gozo y verdadero orgullo el dulce nombre de madre. Pero ella me llamó solamente «el niño», menos dos o tres veces en las que la palabra «hijo» se le esc